El papa Francisco abandonó el lunes Grecia, agradeciendo a sus anfitriones "su amable hospitalidad" tras una visita de dos días y medio que incluyó una escala en la isla de Lesbos, donde hizo un llamamiento a una mejor acogida de los refugiados en Europa.
El lunes, el pontífice se reunió brevemente con el presidente del Parlamento griego, Konstantinos Tassoulas, y con el líder del principal partido de la oposición, Syriza, Alexis Tsipras.
El ex primer ministro de izquierdas le agradeció "la sinceridad de su discurso y su defensa a ultranza de los derechos humanos y la justicia social".
A continuación, Francisco se reunió con jóvenes en una escuela católica de las afueras de Atenas, donde habló de la necesidad de abrirse a los demás.
"Cuando llegue la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, busquemos a los demás", dijo.
A su llegada a Grecia el sábado, tras un viaje a Chipre, Francisco fue recibido en dos ocasiones por el jefe de la Iglesia ortodoxa griega, el arzobispo Jerónimo II, y el domingo visitó el campamento de migrantes de Mavrovouni, en la isla de Lesbos, donde pidió el fin del "naufragio de la civilización".
Luego regresó a Atenas para celebrar una misa ante unos 2.000 fieles, en la que predicó a favor de la "modestia y la humildad".
En abril de 2016, Francisco ya había visitado un campo de migrantes en Lesbos, Moria, cuando la isla era la principal puerta de entrada de los migrantes a Europa, y sorprendió entonces al llevarse consigo a 12 refugiados sirios.