El magistrado acusa a la expresidenta argentina de grave perjuicio al Estado y sus simpatizantes preparan una dura movilización
| mayo 15, 2016
La polémica decisión de Bonadío, un histórico juez estrella argentino, que viene del peronismo y es en este momento el más duro contra los Kirchner, abre una batalla judicial pero sobre todo política de final incierto. Fernández de Kirchner tiene que hacer frente a un embargo de casi un millón de dólares y tendrá que comparecer de nuevo ante el juez, aunque según fuentes judiciales no corre peligro de cárcel por los delitos que se le imputan. Bonadío la acusa de perjudicar al Estado por vender “dólares futuro” a 10 pesos que pocos meses después, ya con el nuevo Gobierno de Mauricio Macri, valían 15, lo que supuso una enorme ganancia para los inversores –las familias más ricas de Argentina entre ellos- y un grave perjuicio para el Estado que tuvo que pagar la diferencia. Bonadío entiende que fue una operación política intencionada para mantener el dólar artificialmente bajo antes de las elecciones y ayudar así al candidato peronista Daniel Scioli.
El límite de las consecuencias políticas de esta causa es muy fino. Las diversas causas judiciales que acorralan a la expresidenta, su familia y en especial a su entorno empresarial, pueden acabar de hundir definitivamente su imagen, como desean los antikirchneristas. La posibilidad de que ella encabece la lista en Buenos Aires en las elecciones legislativas de 2017 y se convierta en la líder natural de la oposición inquieta tanto a los fieles de Macri como a los peronistas moderados. Varios de los peronistas consultados creen que todo este proceso terminará de hundirla. Imágenes escandalosas, como la de un grupo de empresarios afines contando millones de dólares de dinero supuestamente negro, son insoportables, señalan.
Otros, sin embargo, piensan que el juez Bonadío puede convertirla en una mártir, una figura importante en un movimiento que tuvo a su líder, Juan Domingo Perón, 18 años exiliado en la España de Franco. Ahí es donde incide la campaña del kirchnerismo que ya está en marcha. “Esta causa es un disparate desde el principio”, señala Kicillof, también imputado, en Página 12. “No aparece un solo dato en el que se nos pueda imputar corrupción, ni se nos denuncia por enriquecimiento propio”, asegura el exministro, que recuerda que algunos de los beneficiados por estas operaciones son miembros del actual Gobierno o personas cercanas a Macri.
La estrategia del kirchnerismo es muy clara. Fernández de Kirchner y los suyos atacan al juez y tratan de convertirla a ella en mártir para convencer a sus fieles de que detrás de esta y otras causas, y de Bonadío, hay una operación internacional para hundir a la izquierda latinoamericana. “Nos hacen a nosotros lo que le está pasando a Dilma en Brasil”, sentencia Kicillof. En este contexto, todas las acusaciones contra los Kirchner y los casos de corrupción, en especial el que más les inquieta, la causa llamada Hotesur, donde se investiga presunto blanqueo de capitales en los hoteles de la familia en El Calafate, su refugio patagónico al lado del glaciar Perito Moreno, serían una conjura. Sin embargo los datos que van a apareciendo del enriquecimiento del entorno empresarial de los Kirchner están perjudicando mucho su imagen, y los peronistas moderados intentan aislar a la expresidenta y desplazarla como referente de la oposición. La batalla acaba de empezar y la línea entre mártir y muerto político es cada vez más delgada.