Lo único que no consiguieron los Bravos de Atlanta, la noche del martes, fue ocultar su alegría hasta que concluyera su partido.
| septiembre 28, 2005
Lo único que no consiguieron los Bravos de Atlanta, la noche del martes, fue ocultar su alegría hasta que concluyera su partido.
Amarraron su 14to título divisional seguido del Este de la Liga Nacional, al enfrentar a los Rockies de Colorado, antes de que el partido concluyera, gracias a que los Filis de Filadelfia, el segundo lugar, fueron apaleados por los Mets de Nueva York, 12-3.
Para coronar la celebración, Marcus Giles conectó un par de vuelacercas, Adam LaRoche añadió un bambinazo, y los Bravos aplastaron por 12-3 a los Rockies.
La forma en que la algarabía se fue apoderando de los aficionados y los jugadores resultó un tanto extraña.
Los Bravos habían cosechado recién un racimo de cuatro carreras en el quinto inning, para tomar una ventaja de 7-1, cuando el venezolano Bobby Abreu de Filadelfia se ponchó, lo que sentenció el triunfo de los Mets, 3-2 ante los Filis.
Al parecer, un grupo de aficionados se enteró de la derrota de los Filis mediante el radio o el teléfono celular, y comenzó a aplaudir en cuanto llegó el ponche.
Pero la mayoría de los espectadores permaneció en calma. Ni la pizarra ni los altavoces del estadio dieron cuenta de que los Bravos habían ganado oficialmente la división.
