Un gol del delantero retrató la superioridad del Madrid en el primer tiempo. En el segundo reaccionó el Espanyol y Casillas evitó el empate al salvar un mano a mano con Córdoba.
| enero 21, 2014
Puesto a indagar en los momentos clave, me quedo con uno. A los 17 minutos de la primera parte se trazó una frontera. A un lado quedó la incertidumbre, estrecha, y al otro el ancho dominio del Madrid. Sobre esa fina línea se escribió la primera oportunidad del Espanyol. Sergio García se coló hasta línea de fondo y conectó con Pizzi, que llegó con todo a favor, volcado y hambriento, pero chutó alto. Llenarse de balón es eso: imaginar el gol antes de marcarlo. Visto con perspectiva, aquella fue, para los locales, la ocasión de vivir otra vida. Detrás de esa tarjeta estaba el coche y apartamento en Torremolinos, lo remoto, el Euromillón, Gwyneth Paltrow en Talavera. Los jugadores del Espanyol lo debieron entender así, porque levantaron cabeza hasta el descanso. El Madrid también captó el mensaje; a partir de ese instante, se apoderó del choque. Casillas suspiró al sentir a salvo su récord.
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