El jueves, en Washington, EE UU anunció que estaba abierto a discutir el asunto en la Cumbre, pero dejó claro que su postura sigue siendo la de mantener la prohibición de los estupefacientes
| marzo 10, 2012
“Me parece muy importante la posición de Estados Unidos a abrirse a discutir el tema de las drogas", dijo Santos. "Es algo que hay que valorar y encauzar de forma positiva para que esa discusión pueda aportarle al mundo una mejor solución, si es que la encontramos, al terrible tema del narcotráfico”.
El jueves, en Washington, EE UU anunció que estaba abierto a “discutir” el asunto en la Cumbre, pero dejó claro que su postura sigue siendo la de mantener la prohibición de los estupefacientes. “Estamos dispuestos a discutir el tema para expresar nuestra opinión de por qué no es la manera de enfrentar el problema”, afirmó Mike Hammer, un vocero del Departamento de Estado.
Si bien el Gobierno estadounidense no piensa variar sus esquemas, no deja de ser significativo el mero hecho de que el presidente Barack Obama vaya a dar sus argumentos ante los presidentes de algunos de los países que más sufren el flagelo de la guerra al narco, entre ellos: Colombia, México y la mayoría de los estados centroamericanos.
Tal vez sea porque esta región ha visto correr ríos de sangre como pocas en la lucha contra los barones de la mafia, el eco de la legalización de la droga -o al menos del debate sobre su viabilidad- es que cada vez es más nítido entre voces diversas y autorizadas que consideran que la llamada guerra contra las drogas -impulsada desde hace cuatro décadas por EE UU- no es la salida.
Se trata de un debate que hasta ahora alimentaban importantes figuras retiradas de la política y estudiosos, pero que a finales de 2011 incorporó por primera vez a un presidente en activo, el colombiano Santos, que rompió la lanza del debate en una visita a Londres en noviembre. “Me gustaría hablar acerca de la legalización de la marihuana, y más que de la marihuana”. Dos meses después, en un encuentro con el escritor mexicano Carlos Fuentes durante el Hay Festival en Cartagena de Indias, el mandatario insistió: “esa solución [la legalización] sería aceptable para Colombia si el mundo entero la toma”.
A esta voz se sumaron el pasado mes de febrero otras manifestaciones de líderes centroamericanos en ejercicio, como Laura Chinchilla (Costa Rica), Otto Pérez (Guatemala) y Mauricio Funes (El Salvador), quienes también hablaron a favor de abrir el debate.
La secuencia de declaraciones se ha completado ahora con el reconocimiento de EE UU de la legitimidad del debate, aún manteniendo su férrea postura prohibicionista. La Cumbre de Cartagena de Indias será la primera cita en la que se hable abiertamente entre los gobernantes de la opción de un cambio de rumo en el combate al narcotráfico.