Los chilenos votaron este domingo 21 de noviembre en las elecciones presidenciales más inciertas desde el fin de la dictadura en 1990, con dos candidatos favoritos en posiciones antagónicas.
Pese a que las mesas cerraron a las 6:00 p.m. hora local (21:00 GMT), aún había largas filas de votantes esperando sufragar en las cuartas elecciones realizadas desde octubre del 2020, cuando se llevó a cabo el plebiscito para definir el cambo a la Constitución heredada de la Augusto Pinochet (1973-1990).
En estos comicios está en juego un giro en el modelo económico y político que trajo estabilidad y prosperidad económica, pero también abrió brechas de desigualdad social por las que se alzaron millones de chilenos en las fuertes protestas de hace dos años.
El joven diputado de izquierda, Gabriel Boric, y el abogado de ultraderecha, José Antonio Kast, figuran como favoritos, de acuerdo a los sondeos publicados hace 15 días, desde cuando rige una veda electoral.
Boric, de 35 años, la edad mínima para postular a la presidencia de Chile, propone un cambio al modelo económico neoliberal, mientras que Kast, de 55 años, promete restaurar el orden y seguridad tras dos años turbulentos.
Largas filas de votantes se observaban en varios colegios, mientras se cumplía el plazo de funcionamiento de las mesas. “Si hubiere electores con intención de sufragar, la mesa deberá recibir el sufragio de todos ellos antes de proceder con el cierre de la votación”, recordó el Servel (Servicio Electoral), en un día de primavera austral particularmente caluroso, con más de 30 grados Celsius.
En Chile el voto es voluntario desde 2012 y pueden votar extranjeros con más de cinco años de residencia en el país. Suele haber una baja participación electoral, sobre todo entre los jóvenes.
“Hay que venir a votar para pasar esta página de división y lío en las calles”, dijo a la AFP Cristina Arellano, una contadora de 42 años en un colegio de Ñuñoa, comuna de clase media de la capital.
Los jóvenes, protagonistas del plebiscito que decidió cambiar la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet con 78% de los votos -proceso actualmente en curso-, se veían en gran número en los locales de votación.
“Hay que votar; el país necesita cambios, estamos aburridos de los mismos políticos, pero con estas filas y esta desorganización parece que quisieran que no votemos”, se quejó Felipe Rojas, estudiante de 24 años, ante la AFP.