La luz verde de la esperanza parece haberse encendido de nuevo para Colombia con el contundente triunfo ante México tras un 2011 agridulce que dejó dos proyectos empezados.
| marzo 1, 2012
La luz verde de la esperanza parece haberse encendido de nuevo para Colombia con el contundente triunfo ante México tras un 2011 agridulce que dejó dos proyectos empezados.
La llegada de José Pékerman al banquillo colombiano tuvo el comienzo que todos esperaban, superando con argumentos sólidos a una selección mexicana que en 17 partidos bajo Chepo de la Torre apenas había conocido la derrota una vez, ante Brasil. No se le ganó a cualquiera por más que ambas selecciones acumulen ya un largo historial de enfrentamientos entre sí. El resultado al final de cuentas no es lo que importa, sí el buen desempeño del equipo en el terreno de juego.
Colombia es un equipo en todo el sentido de la palabra. Maneja conceptos de ataque, sabe quitar el balón, defenderse y salir jugando con el balón en sus pies. Y no sólo por lo de anoche, ni por Pékerman. El equipo hace rato viene jugando así, salvo los segundos tiempos de los partidos ante Perú, por Copa América, y Argentina, por eliminatorias. Lo que siempre ha hecho falta ha sido anotar ese gol en el momento clave. Como lo hizo ante México el miércoles.
Los partidos que perdió Colombia desde que Bolillo tomó el equipo se le fueron de las manos por su incapacidad de rematarlos cuando tenía al rival contra las cuerdas. Es esa falta de contundencia lo que no ha dejado que este equipo esté un escalón más arriba. Ante México Colombia generó tres opciones claras de gol y marcó dos. Si uno repasa los partidos de la selección en el último año, difícilmente encontrará a un rival que lo haya superado ampliamente. Se me viene a la cabeza sólo Argentina y más por Messi que otra cosa.
Pékerman es un técnico de categoría y su pasado así lo avala. Y entre el fútbol colombiano y el argentino existe una afinidad marcada desde muchos años, el primero como discípulo y el segundo como mentor. Colombia clasificó a su primer mundial en Chile 1962 cuando era dirigida por el argentino Adolfo Pedernera. En la década de los 70 fue el juninense Osvaldo Zubeldía quien trajo una nueva retórica enfocada en el trabajo como herramienta principal, y a quien Francisco Maturana reconoce como el hombre que marcó "un antes y un después" en el fútbol colombiano. Luego llegó Bilardo, quien llevó al Deportivo Cali a ser el primer equipo del país en disputar la final de una Copa Libertadores.
El banderín ahora está en manos de Pékerman, un técnico cuyo mecanismo de juego se asemeja al del futbolista nuestro, donde la posesión del balón es la virtud más preciada. En eso tiene una materia prima envidiable. No tiene que comenzar de cero, pues sus antecesores ya le dejaron el carro ensamblado. Sólo faltan los retoques necesarios que precisa cualquier equipo. Y lo más importante: mostrarle el camino a esos jugadores para que no olviden que el gol es el todo del fútbol. Que de nada sirve un carro de lujo sin un motor que lo haga andar. Y ese motor no es otro que el gol.
Si Pékerman consigue que Colombia se convierta en un habitual en las redes contrarias habrá logrado mucho. Todo. Y habrá logrado también que el mundial de Brasil a Colombia ya no le quede tan lejos como ir a China. Por lo pronto hay que salir corriendo hoy mismo a buscar rival (o rivales) que no tenemos para no llegar a Lima el 2 de junio con tan solo dos entrenamientos encima. Porque dos malos resultados ante Perú y Ecuador y el mundial quedará tan lejano como el de 1930 y ahí sí al nuevo técnico le tocará comenzar desde cero.