El ataque estuvo dirigido contra una oficina del departamento de espionaje de las fuerzas de seguridad en la ciudad de Bannu, en las afueras del reducto insurgente de Waziristán del Norte, en la escabrosa región tribal próxima a la frontera con Afganistán.
| julio 16, 2012
El ataque estuvo dirigido contra una oficina del departamento de espionaje de las fuerzas de seguridad en la ciudad de Bannu, en las afueras del reducto insurgente de Waziristán del Norte, en la escabrosa región tribal próxima a la frontera con Afganistán.
El policía Zeenatulá Khan dijo que los agentes acordonaron el edificio e intercambiaron disparos con los atacantes, que vestían burqas, vestimenta conservadora islámica que cubre casi todo el cuerpo y también el rostro.
El sitio duró casi cinco horas y terminó cuando la Policía irrumpió en el edificio y rescató a los rehenes.
De acuerdo con las informaciones iniciales, un agente pereció en el ataque, aunque el policía Zahid Khan dijo desde Bannu que no hubo muertos entre la fuerza pública. Tres personas resultaron heridas, apuntó.
Agregó que las fuerzas de seguridad sorprendieron a dos de los agresores, mientras que la Policía mató a disparos a otro y un cuarto se hizo estallar con los explosivos que llevaba en un chaleco.
El Talibán paquistaní se adjudicó el ataque.
"Son combatientes de nosotros. Están luchando. Hay dos suicidas con explosivos", afirmó Ahsanulá Ahsan, portavoz del Talibán paquistaní. Ahsan hizo sus declaraciones por teléfono a The Associated Press desde algún lugar secreto.
El jefe de la Policía de Bannu, Waqar Ahmad Khan, dijo que los atacantes intentaron disfrazarse de mujeres, con burqas, cuando ingresaron en el recinto policial.
Debido a la proximidad de Bannu con Waziristán del Norte, los rebeldes a menudo lanzan ataques contra instalaciones del gobierno paquistaní en la ciudad y después se repliegan en la región tribal donde es casi imposible para las fuerzas de seguridad seguirles la pista.
En abril, combatientes del Talibán paquistaní irrumpieron en una prisión en la ciudad y dejaron en libertad a 400 prisioneros, entre estos 20 a los que se consideraba rebeldes peligrosos.