HARISA, Líbano (AP).- Los políticos del Líbano, sumamente divididos, se unieron en el luto. Las escuelas y los negocios cerraron sus puertas, y la población y el ejército despidieron a un general asesinado por un carro bomba.
| diciembre 14, 2007
Bajo una persistente lluvia, el ataúd del mayor general Francois Hajj fue primero trasladado desde un hospital militar hasta su casa en Baabda, a pocos minutos de donde un coche-bomba incineró a su vehículo el miércoles. En el ataque murieron Hajj y su chofer.
El ataúd cubierto con una bandera del Líbano fue luego llevado a una basílica católica para un servicio religioso en esta región cristiana ubicada al norte de Beirut. Posteriormente era trasladado para ser enterrado en la población de Hajj, en Rmeish, el sur del país, cerca de la frontera con Israel.
Las campanas resonaban y cientos de libaneses marchaban por la ruta de la procesión, adornada con la bandera rojiblanca del Líbano. Una anciana arrojó pétalos de rosa mientras el convoy pasaba por la ciudad portuaria de Jounie.
Su mensaje sangriento no nos atemorizará», rezaba un cartel colgado en una calle, en alusión a aquellos que hayan perpetrado el ataque.
Al servicio religioso asistieron políticos oficialistas y de la oposición, cristianos y musulmanes. El grupo Jezbolá, de la oposición, envió una delegación.