Los legisladores de este país debaten la aprobación de una norma que permitiría su uso para determinados enfermos.
| julio 8, 2014
Las declaraciones de la Iglesia, que ejerce una gran influencia sobre la política en este Estado, suponen un importante espaldarazo a la iniciativa del parlamentario Rodolfo Albano III, que en mayo presentó el proyecto de ley "Uso compasivo del cannabis médico".
"Los principios católicos sobre tratamientos médicos consideran, de hecho, moralmente aceptable el uso de la marihuana para pacientes con cáncer que sufran dolores intensos", indicó en un comunicado el presidente de la Conferencia Episcopal Católica de Filipinas y arzobispo, Sócrates Villegas.
Aunque la norma legalizaría el uso de la marihuana para determinados tratamientos, el consumo o posesión de la droga por cualquier otro motivo seguiría siendo ilegal en Filipinas.
El arzobispo Villegas, quien aprueba el uso médico del cannabis, instó a los legisladores y oficiales del Gobierno a asegurar la protección del público sobre cualquier daño que puede resultar de convertir la marihuana en una droga fácilmente accesible.
Anticipándose a estos temores, el proyecto de ley prevé la formación dentro del Ministerio de Salud de una Autoridad Reguladora del Cannabis para controlar el uso de la marihuana como sustancia médica.
La agencia repartiría carnés de identidad a los pacientes autorizados a recibir marihuana para su tratamiento y desarrollaría Centros de Apoyo del Cannabis Médico y Centros de Control de Seguridad del Cannabis Médico, que tendrían que estar situados a más de 300 metros de colegios o universidades.
Sin embargo, algunos políticos se oponen frontalmente al proyecto de ley y afirman que desembocaría en un "desastre nacional". "No se puede declarar legal una bomba nuclear simplemente porque un pequeño componente de la bomba te puede servir para iluminar tu casa", señaló el parlamentario Vicente Sotto.
Según el Consejo de Drogas Peligrosas de Filipinas, el cannabis es la segunda sustancia ilegal más consumida en el país después de la metanfetamina, y actualmente su consumo o posesión puede recibir una pena máxima de cadena perpetua.