Los 31 niños secuestrados en un micro escolar en Manila (uno había sido soltado horas antes) fueron liberados y el secuestrador, identificado como Armando Ducat, se entregó a la policía al cumplirse a las 8.00 de Argentina el plazo dado por él mismo para liberarlos.

| marzo 28, 2007
Durante la liberación hubo momentos de inquietud cuando los policías tuvieron que tomar de las manos del secuestrador la granada que éste mantuvo durante casi todo el secuestro sin el seguro. Mucha gente se encontraba todavía cerca del autobús para reunirse con sus hijos. Afortunadamente la operación terminó con final feliz y Ducat entregó también otra, con la anilla puesta, además de la metralleta y la pistola que utilizó para secuestrar el micro.
Poco después el secuestrador, que es el director del centro preescolar al que asisten los niños, salió acompañado por el senador Ramón Revilla, que hizo de mediador en esta crisis. Inmediatamente después fue introducido en un coche de la policía, acompañado por varios agentes.
Antes de la liberación muchas personas se habían congregado junto al vehículo, incluidos familiares y policías, y habían empezado a encender velas para hacer una vigilia por las mejoras educativas en Filipinas. La velada era una de las condiciones impuestas por el secuestrador.
Armando Ducat, propietario del centro Musmos Day Care, había asegurado horas antes que liberaría a los rehenes si la policía le autorizaba a celebrar una vigilia por las mejoras educativas en Filipinas, la razón por la que dijo realizar el secuestro.
Así lo comunicó por un sistema de megafonía al negociador jefe de la crisis, el senador filipino Ramón Revilla. El político se acercó hasta el micro y preguntó por teléfono móvil al secuestrador cuáles eran sus condiciones para poner en libertad a los rehenes, y este respondió que celebrar una vigilia con velas a las siete de la tarde de Filipinas (8 hs de Argentina).
Según contó Ramón Revilla, que horas antes subió al autobús para negociar con el secuestrador, éste quitó el seguro de la granada con la que estaba armado en el interior del vehículo. El senador dijo a la televisión local que el secuestrador mantenía obstruido con los dedos el orificio de la granada y que disponía además de una metralleta Uzi y de una pistola del calibre 45.
Los niños y sus profesores, junto con el director-secuestrador, iban de excursión en el micro a la localidad de Tagaytay, al sur de Manila, cuando fue detenido por Ducat junto al monumento Memorial Bonifacio, situado a unos 20 metros del Ayuntamiento de Manila, donde fue interceptado y rodeado por la policía.
La zona donde estaba el autobús estuvo acordonada por las fuerzas especiales de la policía, que cortaron el tráfico, mientras el motor seguía en marcha para permitir que funcione el aire acondicionado, imprescindible visto el calor tropical que hace ahora en la capital filipina.
En un principio se creía que los secuestradores eran tres, pero el propio Ducat lo negó y se responsabilizó de la acción, al tiempo que aseguró que junto a los niños mantenía secuestrados a cuatro profesores, dos hombres y dos mujeres. Sin embargo, poco después se supo que eran sólo dos los profesores secuestrados.
Durante la liberación hubo momentos de inquietud cuando los policías tuvieron que tomar de las manos del secuestrador la granada que éste mantuvo durante casi todo el secuestro sin el seguro. Mucha gente se encontraba todavía cerca del autobús para reunirse con sus hijos. Afortunadamente la operación terminó con final feliz y Ducat entregó también otra, con la anilla puesta, además de la metralleta y la pistola que utilizó para secuestrar el micro.
Poco después el secuestrador, que es el director del centro preescolar al que asisten los niños, salió acompañado por el senador Ramón Revilla, que hizo de mediador en esta crisis. Inmediatamente después fue introducido en un coche de la policía, acompañado por varios agentes.
Antes de la liberación muchas personas se habían congregado junto al vehículo, incluidos familiares y policías, y habían empezado a encender velas para hacer una vigilia por las mejoras educativas en Filipinas. La velada era una de las condiciones impuestas por el secuestrador.
Armando Ducat, propietario del centro Musmos Day Care, había asegurado horas antes que liberaría a los rehenes si la policía le autorizaba a celebrar una vigilia por las mejoras educativas en Filipinas, la razón por la que dijo realizar el secuestro.
Así lo comunicó por un sistema de megafonía al negociador jefe de la crisis, el senador filipino Ramón Revilla. El político se acercó hasta el micro y preguntó por teléfono móvil al secuestrador cuáles eran sus condiciones para poner en libertad a los rehenes, y este respondió que celebrar una vigilia con velas a las siete de la tarde de Filipinas (8 hs de Argentina).
Según contó Ramón Revilla, que horas antes subió al autobús para negociar con el secuestrador, éste quitó el seguro de la granada con la que estaba armado en el interior del vehículo. El senador dijo a la televisión local que el secuestrador mantenía obstruido con los dedos el orificio de la granada y que disponía además de una metralleta Uzi y de una pistola del calibre 45.
Los niños y sus profesores, junto con el director-secuestrador, iban de excursión en el micro a la localidad de Tagaytay, al sur de Manila, cuando fue detenido por Ducat junto al monumento Memorial Bonifacio, situado a unos 20 metros del Ayuntamiento de Manila, donde fue interceptado y rodeado por la policía.
La zona donde estaba el autobús estuvo acordonada por las fuerzas especiales de la policía, que cortaron el tráfico, mientras el motor seguía en marcha para permitir que funcione el aire acondicionado, imprescindible visto el calor tropical que hace ahora en la capital filipina.
En un principio se creía que los secuestradores eran tres, pero el propio Ducat lo negó y se responsabilizó de la acción, al tiempo que aseguró que junto a los niños mantenía secuestrados a cuatro profesores, dos hombres y dos mujeres. Sin embargo, poco después se supo que eran sólo dos los profesores secuestrados.