| marzo 6, 2016
Cuando apenas quedan ocho meses para las elecciones presidenciales de EE UU, el Partido Republicano se encuentra ante un escenario diabólico. De ninguna de las maneras quiere como candidato a Trump, que ha conectado con su demagogia, su estilo faltón y sus discursos xenófobos con las bases conservadoras del país, que están canalizando su malestar a través de un advenedizo populista. Pero la alternativa que se está afianzando en el proceso de primarias tampoco es cómoda. Cruz, hijo de inmigrantes cubanos, también es detestado por buena parte de las élites conservadoras.
El senador de Texas fue el primer aspirante republicano en anunciar, hace un año, su candidatura. Por entonces, se pensaba que sus opciones eran mínimas. En su contra jugaban sus posiciones doctrinarias, extremistas e intransigentes en un país con una enorme diversidad. Si no fuera por Trump, Cruz sería considerado el candidato más radical en esta peculiar carrera por la nominación presidencial republicana. Hasta el momento, Trump ha ganado en una docena de estados, por seis Ted Cruz.
Los ataques contra el magnate, al que muchos no tomaron en serio cuando decidió competir por la Casa Blanca, se han recrudecido en los últimos días, a medida que su botín de victorias ha ido creciendo y las opciones de frenarle han ido disminuyendo. Esta semana, Mitt Romney, que fue el candidato conservador hace cuatro años, aseguró que el magnate era un “fraude” y no era “apto” para presidir el país. Y añadió que cualquiera de los otros candidatos en liza sería una alternativa mucho más razonable. Trump desdeña, con su particular estilo, sobrado y desafiante, todos los intentos de boicotear su candidatura.
Las opciones que van quedando para los otros dos aspirantes republicanos que pugnan por la nominación presidencial, el senador de Florida Marco Rubio y el gobernador de Ohio, John Kasich, son cada vez más reducidas tras los resultados de este sábado. La candidatura de Rubio, también de origen cubano, está sufriendo un revés tras otro, quedando muy lejos de las expectativas creadas. Hasta el momento, solo ha conseguido ganar en un Estado, Minnesota.
El fiel de la balanza se inclinará, probablemente, el 15 de marzo, cuando se celebran primarias en otros cinco estados, entre ellos Florida y Ohio. Tanto Rubio como Kasich, bien considerados por el aparato del Partido Republicano, tendrán muy difícil continuar en la carrera presidencial si no se imponen en sus territorios. En el caso de Florida, las encuestas conocidas en los últimos meses dan una ventaja clara a Trump sobre sus rivales.
En el bando demócrata, la batalla entre Hillary Clinton y Bernie Sanders parece inclinada de forma clara en favor de la exsecretaria de Estado tras los resultados del Supermartes, cuando una docena de estados celebró primarias, pero el senador de Vermont sigue sin descolgarse de la carrera por la nominación presidencial. Sanders ha conseguido este sábado dos relevantes victorias en Kansas y Nebraska, mientras que Clinton avasalló en el estado sureño de Luisiana, donde obtuvo más del 70% de los votos. Clinton acumula ya 1.114 delegados, por 469 Sanders. La nominación demócrata se consigue 2.383 delegados.