Un gol de Ronaldo, que le consagró como cañonero máximo de todos los mundiales, otro de Adriano que eleva a 200 la cuenta de Brasil en la historia de este torneo y uno de Zé Roberto empujaron el martes a los brasileños a los cuartos de final con una goleada por 3-0 sobre Ghana.

| junio 27, 2006
Carlos Alberto Parreira esperaba un mano a mano de mucho riesgo y preparó a su defensa para resistir el asedio de «francotiradores», dos escenarios que sus pupilos capearon con gran aplicación táctica, aunque una vez más la pirotecnia técnica se redujo a algunos minutos.
Tiempo suficiente para reforzar el entusiasmo de una hinchada y meter miedo a los próximos adversarios pues una vez más Brasil demostró que el esperado «jogo bonito» es apenas un ingrediente más en el fútbol y que el ABC del resultado es un compendio que ellos saben de memoria.
Brasil tuvo un comienzo deslumbrante y arrollador, como también los fueron sus remates en el primero y el segundo tiempo.
A los cinco minutos, Kaká soltó un pase en profundidad desde la circunferencia central a Ronaldo, que solitario avanzó treinta metros rumbo a la portería.
Con regate corto eludió a Richard Kigson y antes de recibir la marca de Pantsil, que ya le respiraba en la nuca, puso el balón en el fondo para decretar el 1-0 y asumir el trono de cañonero general en la historia de los mundiales, con quince goles, uno más que el alemán Gerd Müller.
Brasil llegó al WM Stadion Dortmund con una consigna clara: explotar con lanzamientos profundos desde la mitad la espalda de una defensa que avanza en bloque para asfixiar al rival a partir de la mitad de la cancha.
Ronaldinho Gaúcho, Kaká, Zé Roberto y después Ricardinho, se aplicaron a la regla y con lanzamientos cruzados desarbolaron una defensa a la que no le salió el manido recurso del paso adelante para dejar a sus rivales en fuera de juego.
Pudo servir si el árbitro eslovaco Lubos Michel hubiera advertido la posición ilegal de Adriano al recibir el balón para marcar la puntilla, cuando transcurría el primer minuto de compensación de la primera etapa.
Pero no ocurrió así y los brasileños, que ahora tienen 200 goles en la historia de los mundiales, se fueron al descanso con la tranquilidad de un 2-0 que ratifica la importancia de tener hombres desequilibrantes cuando sucesivos cortocircuitos afectan el juego colectivo.
Tras el primer gol, el vigor físico desenfrenado de los africanos lo sintieron en la piel Zé Roberto, Kaká y Lúcio. Michel enseñó cartulinas a Appiah, Muntari, Pantsil y Addo, pero también amonestó a Juan, acosado por la presión de Gyan, y a Adriano, por querer forjar un penalti.
Pasada la tensión de los primeros minutos y cuando Brasil vio que Ghana no tambaleaba, el partido cambió de historia y los suramericanos comenzaron a exponer serios y viejos problemas en defensa.
La primera intención de los «estrellas negras» se manifestó a los 23 con un remate franco de Draman Haminu que obligó a Dida a mandar el balón por encima del larguero.
A los 29 Amoah recibió de espalda y entre los centrales tuvo un callejón para rematar a la puerta, pero sin fuerza ni dirección, para fortuna de Dida.
A los 42 minutos un cabezazo de Mensah a la salida del córner se estrelló milagrosamente en los pies de Dida, abortando así lo que podría ser el empate.
Cuando más apretaba Ghana, Brasil sacó de la manga otro contragolpe, en una combinación Lúcio, Kaká y Adriano para devolver la tranquilidad.
Carlos Alberto Parreira reforzó la mitad con Gilberto Silva en lugar de Emerson y minutos después Juninho Pernambucano tomó posición de enlace en sustitución de Adriano, lento para arrancar y previsible para transportar el balón.
Ghana, que había comenzado con Gyan y Amoah en punta, soltó las amararas de Muntari y Appiah, los dolores de cabeza de Juan y Lúcio, alimentó su zona generadora con Boateng y dejó su retaguardia con tres fijos ante la salida de Adriano.
Ronaldo, quedó solo en punta, escoltado a pocos metros por Kaká y Ronaldinho Gaúcho, ahora más juntos, en tanto que Cafú y Roberto Carlos, abiertos por las bandas, buscaban desahogo.
Una descolgada de Roberto Carlos tuvo como réplica una avanzada de Pantsil (m.69) entre tres zagueros que Gyan aprovechó con un remate venenoso para el vuelo espectacular de Dida.
Pantsil, en una inexplicable jugada, casi marca el tercero para Brasil al conectar de cabeza contra su puerta en una avanzada brasileña.
Las cosas llegaron al fondo para los hombres de Ratomic Dujkovic a los 81 minutos cuando Gyan, que ya había recibido cartulina amarilla, fingió una falta en el área y vio la roja.
Y acabaron, de la forma como había planeado Parreira, con un nuevo pase en profundidad, esta vez de Ricardinho, que acababa de entrar por Kaká.
Su lanzamiento profundo, una vez más el arma de Brasil para romper el cerrojo de sus adversarios, lo tomó Zé Roberto ante un arquero solitario. El balón por un lado, el mediocampista por el otro y el encuentro final antes de la meta final para firmar la goleada.
Cafú, que el martes llegó a 19 partidos y se consagró como el más rodado de los brasileños en los Mundiales, también intentó el suyo en un partido que terminó con fiesta, sin mucha pirotécnica, pero con contundencia.