| diciembre 13, 2011
Bienvenido a Panamá, señor Noriega. Esperamos que enfrente la justicia de los panameños que era la que usted merecía desde el primer día, por los desatinos que cometió y que hoy lo devuelven a Panamá como un preso cualquiera, esposado de pies y de manos, para enfrentar un proceso, que esperamos sea justo y no cobarde, como el que usted ordenó para nosotros, los Oficiales y Tropa que participamos en el fallido golpe del 16 de marzo. Un proceso en donde no habrá los maltratos y torturas cómo las que nos aplicaron a nosotros por aquellos que hasta última hora lo aplaudieron y que se escondieron cuando usted se entregó, sumiso y muerto de miedo, a las tropas estadounidenses.
Bienvenido a Panamá Señor Noriega, país en donde usted nació y que hoy se regocija porque finalmente responderá por los crímenes que cometió contra el pueblo panameño y contra sus compañeros de uniforme. La memoria de los oficiales asesinados el 3 de octubre de 1989 sigue viva en todos los que participamos del intento del 16 de Marzo. Desde mucho tiempo antes de esa fecha habíamos decidido que usted ya no merecía que lo siguiéramos respetando, por haberse convertido en un traficante de drogas, por maltratar al pueblo que reclamaba sus derechos y a pesar de los años de prisión que ya purgó, consideramos que no son suficientes.
Esperamos que su conciencia no lo deje descansar en los muchos años de prisión que le esperan y que usted merece. Queremos que esté tranquilo, porque a usted no se le someterá a las vejaciones a las que fuimos sometidos nosotros. A usted no se le pondrán capuchas apretadas en el cuello que afectában la respiración, como hacían sus esbirros con nosotros cuando, siguiendo sus instrucciones, nos cambiaban de una prisión a otra a las tres de la madrugada. A usted no lo van a patear estando encapuchado y en el suelo. A usted no lo van a montar en helicópteros para trasladarlo de una cárcel a otra y en medio del vuelo, amenazar que lo van a tirar al vacío. Ni lo van a acercar a la puerta abierta de un helicóptero en vuelo.
A usted no lo van a golpear hasta dejarlo inconsciente en la morgue del Hospital Santo Tomás. A usted no le van a poner esposas tan apretadas que al momento de quitarlas fue necesario usar una segueta porque estaban tan incrustadas en las manos, que imposibilitaban utilizar las llaves para removerlas. A usted no lo van a obligar a cavar una fosa, ni lo obligarán a entrar en ella antes de disparar al aire a sus espaldas.
A usted no lo van a “cocinar” a golpes, antes y después de cada interrogatorio, para obligarlo a confesar e incriminar a otros oficiales y tropa. A usted no lo van a meter en un hueco debajo de una escalera por semanas sin agua, luz y servicio higiénico. Queremos que los organismos internacionales de Derechos Humanos vengan a visitarlo y puede usted estar seguro que sus familiares no van a ser amenazados como sus esbirros amenazaban a los nuestros. A usted no lo van a arropar con una bandera extranjera y a pasearlo desnudo por toda la cárcel para ridiculizarlo, a pesar de que usted ha reconocido haber sido un agente pagado de la CIA desde sus días en el Instituto Nacional. Traidor!!!
Esté tranquilo, señor Noriega, porque hay pruebas en exceso de los crímenes por los que va a ser juzgado. No va a ser necesario que lo obliguen a tomar por la fuerza una botella de licor—“interrogatorio etílico” lo llamó usted–poniendo en peligro la vida de ese oficial para exigirle firmar confesiones por crímenes que no habíamos cometido. A usted no se le van a tomar fotos amarrado para mostrárselas a su esposa e hijas.
Finalmente señor Noriega, sus familiares no van a ser aterrorizados, ni va usted a ser desterrado, como lo fuimos algunos de nosotros, ni van a quitarle el trabajo a sus familiares y amistades por el simple hecho de que son sus familiares o fueron sus amigos. Nadie se va a ensañar con su esposa e hijas ni les van a impedir que lo visiten. Estamos seguros que ni sus nietos, ni sus hijas van a ser sometidos a registros denigrantes como sometieron a los nuestros cuando nos visitaban. Al entrar en la celda, tenga la dignidad del preso ya que el día de la Invasión no supo tener la dignidad del soldado. Bienvenido a Panamá señor Noriega ¡!.
Coronel Leonidas Macías Capitán Alberto Soto Cajar
Mayor Luis Carlos Samudio Teniente Renato Famiglietti
Mayor Jaime Benitez Subteniente Edgardo Falcón
Mayor Carlos Arjona Subteniente Alcides Nuñez
Mayor Fernando Quesada Subteniente Jerónimo Guerra
Mayor Augusto Villalaz Subteniente Efigenio Pino
Mayor Aristides Valdonedo Subteniente Ramón Atencio
Mayor Jose Ma. Serrano Sgto. 1ro. Teodoro Carrasquilla
Mayor Nicolás Gonzalez Sgto. 1ro. Felipe Downie
Mayor Ramón Anel Adames Sgto. 1ro. Noriel Goméz
Capitán Humberto Macea Sgto. Raul García
Capitán Francisco Alvarez Sgto. Luis Montenegro
Capitán Milton Castillo